jueves, 24 de septiembre de 2009

Hoy he visto correr a mi sombra más rápido que yo. No estábamos haciendo una carrera, simplemente me adelantó, con toda la dignidad que le caracteriza, altiva, sin mirar atrás, déjandome con la sensación de derrota de no poder hacer nada para alcanzarla.

Siempre ha sido así, hace lo que quiere, es una especie de béstia incontrolable que va conmigo, pero a su aire. Cómo el tiempo, ni más ni menos. Unas veces, más rápido, otras más lento, pero nunca he conseguido controlarlo, siempre va a su ritmo, y alguna vez, incluso ha osado mirarme a los ojos, retador, orgulloso de saberse ganador de esta guerra que tengo perdida antes de empezarla. Aunque alguna batalla si que le he ganado y he conseguido detenerlo, ya sea en un beso, en un abrazo, en un atardecer, en una sonrisa o en un suspiro. Al menos tengo la libertad de hacer con él lo que quiera. No voy a despertarme porque salga el sol, tampoco voy a acostarme porque se ponga.

Veintiseis años después me siento el perro viejo más joven del mundo. Debo ser el ser más irracionalmente transparente que existe, siempre me desnudan con las bragas puestas, aunque la mayor parte de las veces no se sepa interpretar lo que se ve, como una especie de código encriptado, que confunde al que se deja llevar por las obviedades, la clave del cual debe estar escondida en el fondo del mar, allí donde solo se llega, con miradas, caricias y besos.

Mar, a punto de salir corriendo. Y de fondo Fito, "Me equivocaría otra vez" http://www.youtube.com/watch?v=Id-rICLjsfI

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